Las Hijas de la Caridad se despiden del Hogar Pozo Dulce
El jueves 20 de junio a las 18.00 horas se celebró en la iglesia del Sagrado Corazón una Eucaristía de Acción de Gracias por la generosa labor y entrega de las Hijas de la Caridad, presentes en el Hogar Pozo Dulce desde su creación. La eucaristía estuvo presidida por el vicario para la acción caritativa y social, Juan Manuel Ortiz, y concelebrada por el delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Málaga, Antonio Collado, además de numerosos sacerdotes y religiosos de nuestra diócesis, que quisieron acompañarlas en este día tan especial para ellas.
A las religiosas, que llevan más de 20 años sirviendo a los más pobres de manera incansable en este centro de Cáritas para personas sin hogar, las reclama su Compañía para atender otros proyectos sociales propios que se han ido viendo mermados ante la falta de vocaciones.
En estos últimos días junto ellas, acogidos, voluntarios y trabajadores, se encargan de recordarles en todo momento el inmenso bien que les han hecho y de colmarlas de numerosas muestras de cariño y afecto. También desde Cáritas Diocesana queremos darles las gracias por su testimonial vida, por su amor a Dios y a los más vulnerables.
En Pozo Dulce desde el primer momento
El 27 de septiembre de 2001, día de San Vicente de Paúl, las Hijas de la Caridad, a petición del obispo D. Antonio Dorado, comienzan a realizar una serie de trabajos organizativos previos a la apertura del Hogar, que fue inaugurado a finales de ese mismo año como fruto del Gran Jubileo del año 2000.
Al frente del proyecto, como directora, se situó Sor Concepción Hernández, una figura clave en sus primeros pasos. Con admirable entrega, asumió esta tarea hasta el año 2016, cuando graves motivos de salud la obligaron a pasar el relevo, dejando atrás, con su partida, una huella imborrable.
Durante los primeros años, la casa contó con el apoyo de un numeroso grupo de hermanas, pero desde hace algún tiempo son solo dos, Sor Josefina y Sor María Antonia, dos mujeres inigualables a las que ni sus más de 80 años consiguen restarles un ápice de entusiasmo y generosidad para la misión que les fue encomendada. Y aunque ellas se ocupan principalmente de la enfermería, de la coordinación en la cocina y de la atención directa de los acogidos, en el Hogar todos coinciden en afirmar que siempre están ahí, dispuestas a echar una mano, en cualquier tarea, las 24 horas del día.
Comparten su experiencia
A pesar de la gran carga de trabajo que supone atender un centro de estas características, ambas aseguran haber sido inmensamente felices al servicio de los más vulnerables y dan gracias a Dios por haberlas traído hasta aquí. El pasado verano, a través del blog de Cáritas, compartieron su testimonio, haciéndonos partícipes de su experiencia junto a los más pobres de entre los pobres, las personas sin hogar.