La Cáritas de San Fernando finaliza su análisis de la realidad tras dos años de intenso trabajo
Con la intención de conocer en profundidad la situación real del barrio, la Cáritas Parroquial de San Fernando decidió salir a la calle, ver qué estaba ocurriendo, dar a conocer la labor que se hace en Cáritas y detectar cuáles eran las necesidades más comunes de los distintos barrios.
Los miembros de este consolidado equipo de Cáritas llevaban años acompañando a las familias más vulnerables y tratando de ofrecer una respuesta a aquellas necesidades que cada semana se planteaban en el despacho de acogida, pero llegó un momento en el que sintieron que esto no era suficiente y empezaron a pensar en qué se les «podía estar escapando al otro lado de los muros de la parroquia», como señala uno de estos voluntarios, David Adroher.
Conocedores de la heterogeneidad de los habitantes de la zona de acción de la parroquia, el grupo de la Cáritas Parroquial de San Fernando se planteó realizar un análisis de la realidad que ampliase el conocimiento de las necesidades de sus vecinos más allá de aquellos que acuden a la parroquia a pedir ayuda. La primera dificultad se hallaba en el amplio territorio que abarcan los barrios que componen la parroquia: Asperones, Ciudad de los Niños, Soliva, Cañada de los Cardos, El Cónsul, Torreatalaya, El Romeral y Ciudad Universitaria.
Para emprender esta ardua tarea, desde el primer momento contaron con el apoyo de su párroco, Jesús Hurtado, quien siempre ha creído en «la necesidad de ser una Iglesia abierta, en salida y en diálogo con otros estamentos sociales».
Importantes colaboraciones
Con ese objetivo, y con la intención de actuar más proactivamente en el encuentro, acogida y acompañamiento de las familias más desfavorecidas y en riesgo de exclusión social de los barrios de la parroquia, se pusieron en marcha con la colaboración de Cáritas Diocesana, alumnado y profesorado del IES Ben Gabirol y otras muchas personas anónimas y de la comunidad parroquial.
Los resultados obtenidos son el fruto del intenso trabajo realizado a lo largo de dos años. Este importante esfuerzo ha permitido, según explica David, que se hayan formado «una idea mucho más real de lo que ocurre en nuestras calles y edificios. Hemos conocido, de primera mano, los problemas más acuciantes mediante las entrevistas a responsables de distintos colectivos o entidades significativas de nuestros barrios (municipales, sanitarios, educativos, sociales, benéficos, etc.), así como de las encuestas realizadas a vecinos y también a la feligresía de la parroquia San Fernando.»
Para Ana Rojas, otra de las voluntarias del equipo, «el contacto que se ha establecido con las organizaciones del barrio, como las AMPA o los centros de salud, ha sido un factor clave y muy positivo para todos porque ha servido para visibilizar la labor del equipo, darnos a conocer y mejorar el trabajo en red».
Problemas significativos
Este profundo estudio ha llegado a interesantes conclusiones y ha puesto sobre la mesa una serie de realidades poco conocidas hasta el momento, como la soledad de los mayores. «Cuando pensábamos que nos encontrábamos en un barrio de gente joven, ha sido una gran sorpresa descubrir a tantas personas de avanzada edad que se encuentran solas», asegura Ana, a quien le ha parecido «muy significativo que este problema se encuentre localizado en los barrios con mayor nivel económico, mientras en Asperones no han encontrado ningún caso y las personas mayores nunca están solas».
Desde la Cáritas Parroquial se ha pretendido sacar a la luz, de la manera más objetiva posible, las problemáticas más significativas y establecer lazos con organismos y entidades públicas y privadas, asociaciones lúdicas y cualquier fuerza social viva dentro del ámbito geográfico. Como no podía ser de otra manera, integrando a toda la comunidad eclesial.
Un proceso de toda la comunidad
A pesar de la dificultad que entraña un proyecto de análisis y reflexión de esta envergadura, Hurtado recomienda a cualquier Cáritas parroquial realizar un proceso similar, «aunque no lleguen necesariamente a alcanzar este nivel de profundidad». Para él, sin duda, «es un gran esfuerzo, pero merece la pena porque ayuda a conocer y comprender mejor la realidad de la parroquia, de los barrios circundantes y, además, favorece la conexión con los vecinos y sus preocupaciones», explica.