El Buen Samaritano: Cuando cada persona mayor es el centro
Cáritas abrió las puertas del centro gerontológico El Buen Samaritano en el año 1994 con el deseo de acompañar y cuidar a cada persona mayor siguiendo los valores y principios cristianos. Ese afán por seguir las huellas de Jesús y ofrecer el mejor de los cuidados a los más vulnerables se concreta en el Modelo de Atención Centrada en la Persona, que consiste en «procurar que la persona pueda mantener su propio proyecto de vida, una vida con sentido que, a pesar de las dificultades, merezca la pena y la alegría, siempre de acuerdo a su identidad, a lo que ha sido y es importante para ella, a sus valores y atendiendo a sus circunstancias actuales».
El Modelo de Atención Centrada en la Persona lleva décadas desarrollándose en países de Europa y del resto del mundo. «En España, junto con nosotros, hay algunas experiencias y de gran impacto desde hace ya bastantes años. Nosotros lo ponemos en práctica porque vemos y sentimos que es el que mejor se ajusta a nuestra forma de entender el cuidado a los mayores, a nuestra identidad de discípulos de Jesús», explica Patricio J. Fuentes, director del centro. Actualmente, es el modelo que ya todos reconocen como el mejor de los posibles para una vida en una institución, que sea como en casa. Incluso el propio gobierno de España acaba de aprobar una norma para que todas las residencias, con el tiempo, vayan pareciéndose a lo que se viene haciendo en este centro de Cáritas desde hace ya más de cinco años.
«En la residencia viven 110 personas, además de otras 30 que acuden al centro de día. Este volumen impide que todo el personal pueda tener la relación estrecha y cercana que desearíamos tener con cada uno de ellos, conocer sus gustos, sus preferencias en los cuidados, sus preocupaciones, etc. De ahí la importancia de la organización en pequeños grupos de no más de 20 personas mayores (unidades de convivencia) y la figura de la “persona de referencia”, ese trabajador o voluntario que está especialmente próximo a solo 4 o 5 residentes. Gracias a esa cercanía y a esa mirada atenta, conseguimos conocer esos detalles que, de manera significativa, marcan la diferencia en el día a día y que pueden lograr que los mayores se sientan mejor, más participativos y felices», afirma Patricio.
Una parte muy importante de este modelo descansa en el valor del entorno. Por esta razón, el centro cuenta con unas instalaciones poco convencionales en el ámbito de las residencias. Los residentes de El Buen Samaritano conviven cada día en un entorno hogareño provisto de sala de estar, cocina y salón. Como explica el director, «ver a grupos de personas dormidas e inactivas durante horas es una imagen muy triste que podemos encontrarnos en algunas residencias, una realidad con la que queremos romper con este nuevo modelo de cuidados. Con los espacios que hemos creado conseguimos que se sientan como en casa, potenciamos la realización de actividades que han formado parte de su vida cotidiana y las relaciones que se establecen. Aquí, personas que estaban acostumbradas a cocinar cada fin de semana un arroz para su familia, pueden seguir haciéndolo o preparando ese bizcocho que tanto gustaba a sus nietos».
Del mismo modo en que se procura mantener las actividades que los residentes han realizado toda su vida, se cuidan también otros aspectos igual de importantes, como la vida espiritual. «Tanto a los sacerdotes como a las personas religiosas –sea cual sea su religión-, que han cultivado durante toda la vida su relación con Dios, se les ayuda y acompaña para que puedan seguir haciéndolo», asegura el director.
Distintas unidades de convivencia
Para ofrecer el mejor de los cuidados, el centro se distribuye en unidades de convivencia en las que los profesionales atienden a grupos de 20 personas que se organizan en función de su deterioro cognitivo o físico para poder potenciar, en cuanto sea posible, sus habilidades y destrezas. En Betania, Monte Sinaí, Jerusalén, Nazaret y Jericó el personal técnico y sanitario ofrece todo tipo de actividades terapeúticas individuales y grupales.
El personal participa de manera constante en procesos formativos sobre aspectos éticos, comunicación, atención a personas con demencias, etc. El responsable del centro asegura que «nuestro equipo trabaja desde la ética, el buen trato y el reconocimiento de las personas mayores como seres valiosos, dignos, con plenos derechos, autonomía e identidades propias que deben ser respetadas y potenciadas, intentamos acompañar y cuidar al estilo de Jesús».
Centro libre de sujeciones
Hace cinco años, El Buen Samaritano se convertía además en el primer “Centro Libre de Sujeciones” de la provincia y el cuarto de Andalucía. Este reconocimiento, que llegaba de la mano de CEOMA (Confederación Española de Organizaciones de Personas Mayores), distingue a los centros que no utilizan ningún tipo de sujeción física que limite los movimientos de los acogidos que sufran Alzheimer o demencia.
Del mismo modo en que la implantación del Modelo de Atención Centrada en la Persona requiere de un esfuerzo añadido, transformar el centro, la organización y formar a los profesionales para poder ofrecer una atención libre de ataduras también supuso un gran reto que fue asumido con mucha ilusión por todo el personal y, de manera especial por su responsable, que les invita y anima a «mirar a las personas mayores con los ojos de Jesús para que pueda hacerse realidad la vida que Él soñó para ellas».