Testimonios24/09/2024

José Miguel Santos: «No seas un director de despacho»

José Miguel Santos Paradas reflexiona sobre su decisión de asumir la dirección de Cáritas Diocesana de Málaga y la importancia del acompañamiento y el contacto directo con todas las personas que forman Cáritas.

Cuando me plantearon asumir el servicio de la dirección de Cáritas Diocesana de Málaga supe que la decisión debía pasar por un proceso de discernimiento en oración. Así lo hice en otro momento de mi vida, al asumir la dirección del colegio Misioneras Cruzadas de la Iglesia en el barrio Palma-Palmilla de Málaga.

Ahora tocaba volver a rezar y meditar en una nueva etapa. Para este camino he contado con mi familia, en especial con mi mujer, que desde la fe me ayuda a ver cómo integrar esta misión desde la vocación matrimonial. También me han ayudado a confrontar la respuesta dos sacerdotes. El jesuita Darío Mollá, desde su experiencia en acompañar a Cáritas diocesanas en clave de espiritualidad en la acción social, y el religioso de los Sagrados Corazones Silvio Bueno (además, delegado de Cáritas Diocesana de Cádiz), como acompañante personal y amigo, me guiaron para asentar e integrar esta opción. Ambos coincidían en apuntar un horizonte en esta nueva tarea: no seas un director de despacho, espero que puedas patearte la diócesis y tener contacto directo con las Cáritas parroquiales, con los profesionales y voluntarios de toda la diócesis.

Durante las semanas que voy poniendo la mirada, el oído, el olfato, el gusto y el tacto en cada una de las realidades en las que está Cáritas Diocesana de Málaga, no dejo de agradecer ese consejo. Varios de los encuentros con personas que viven y conviven en la familia de Cáritas me han confirmado la importancia de vivir este servicio desde esa clave: el encuentro con los otros, que es un encuentro con el Otro, el Señor.

Cuando una persona sin hogar llega a una de nuestras casas y se encuentra con la acogida y el cariño de uno de los voluntarios o una de las trabajadoras, me muestra que lo importante no soy yo sino la misión que se viene haciendo desde hace tanto tiempo por tanta gente de buena voluntad. Cuando una persona mayor que vive en nuestra residencia, sin apenas hablar, sin apenas poder comunicarse, sonríe ante la caricia de una cuidadora, o al escuchar su nombre, me recuerda que ninguno de los días que dure mi nombramiento será más importante que los días, las semanas, los meses o los años de vida de esta persona. Cuando en una parroquia se desviven por crear tejido social y luchar por su barrio, me muestran que las decisiones importantes no se toman en el despacho de dirección, nacen de las Cáritas parroquiales de los barrios y los pueblos. Cuando veo trabajadores y voluntarios gestionando la burocracia y el papeleo que harán florecer ayudas, proyectos, recursos y procesos que cuidan de personas sin hogar, migrantes, madres solteras, familias, vecinos, reclusos y exreclusos, personas mayores y jóvenes, me advierten que ese trabajo ingrato y mijita a mijita es más eficiente que el mío. Cuando al llamar a la coordinadora de un hogar, para preguntar por un problema en el edificio, me dice “luego hablamos, que estoy en el hospital acompañando a unas de las personas que viven en el centro”, me recuerda que ninguna de mis llamadas estará por encima del cuidado y acompañamiento a una de las personas que viven y conviven con nosotros. Cuando una mujer, al llegar a su hogar en Cáritas, dice “menos mal que estoy aquí, vengo de un sitio donde me pasaban cosas muy malas. Aquí estoy tranquila, me quieren”, me revelan que lo importante son las palabras, las manos y el acompañamiento a aquellos que nuestro tiempo ha decidido descartar. El tiempo es de ellos, mi tiempo, el que sea, será para ellos.

Durante el tiempo que el Señor me llame a este servicio no sé si seré capaz de explicar la hondura de cada uno de los encuentros. ¿Cómo explicar que el tiempo que dedique no se mide con los relojes de este mundo? ¿Cómo explicar que cada paso es para acercarme y aprender de quienes no queremos aprender? ¿Cómo explicar que no hay cargo más importante que el de servir? ¿Cómo explicar que la tarea no es vivir a toda costa sino tener claro por lo que se está dispuesto a dar la vida?