Francisco J. Jiménez: «Lo que nos hace crecer y superarnos es el encuentro»

Como cada año, el 24 de septiembre celebramos el día Ntra. Sra. de la Merced, patrona de las personas privadas de libertad y de quienes trabajan con ellas. Nuestra finalidad es acompañar a aquellas personas privadas de libertad que no tienen apoyos familiares, económicos o sociales en su proceso de inclusión social.

Independientemente del delito que cada persona haya podido cometer, el paso por prisión supone una ruptura en los procesos vitales de las personas y, en muchas ocasiones, de las redes de apoyo que haya podido tener. Nuestro centro busca facilitar a quienes se encuentran en esa situación las condiciones para la autonomía personal, posibilitando que se puedan disfrutar permisos penitenciarios y el cumplimiento de condenas de tercer grado y libertad condicional.

Previamente a su llegada al centro, se trabaja en prisión con aquellas personas que quieren solicitar nuestra tutela. Durante este año se han acompañado a 38 personas en los centros penitenciarios de Alhaurín de la Torre y de Archidona, y han sido acogidas en la casa 16 personas, tanto de ambos centros penitenciarios como del CIS.

El problema de la vivienda

Uno de los grandes problemas que nos encontramos es la dificultad de encontrar una vivienda. A pesar de poder encontrar trabajo, el aumento del precio de la vivienda hace que las posibilidades de una vida autónoma se reduzcan por las dificultades para acceder a la misma y poder mantenerla.

En nuestro centro también seguimos acompañando a personas que han pasado por la casa en momentos anteriores. La casa se ha convertido en un espacio de referencia para muchas personas. Estamos convencidos de que lo que nos transforma a todas las personas, lo que nos hace crecer y superarnos es el encuentro. Crecemos cuando nos sentimos protagonistas, cuando nos reconocemos mutuamente unos a otros, cuando nos sentimos parte de un lugar, de una comunidad.

Este día de la Merced es para nosotros un momento de celebración y encuentro, de reconocernos y establecer vínculos transformadores. Poner la mirada en María es sentir que solo desde la fraternidad y el apoyo mutuo podemos alcanzar una sociedad más justa y solidaria, desde la reconciliación y el reconocimiento de que todas las personas podemos caer en nuestro camino y necesitamos una comunidad que nos apoye en una nueva oportunidad.